Un minuto. El lapso de estación a estación. Un primer fugaz cruce de miradas. Luego otro y otro. Sus labios esbozaron una sonrisa. Bastó eso para imaginarla suya, desnuda, retozando junto a él en un lugar imaginario. Carnales. Infinitos.
La miró a los ojos. Creyó escuchar algo. Reconoció el habla: «Estación Los Héroes, conexión con la línea 2». El mensaje en altavoz le arañó el alma al verla abandonar el carro y enfilar por el andén hacia la escalera. Quiso correr. Llamarla por un nombre que no supo pronunciar.
Intenso relato del imaginario personal.
Me toca pa bueno
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MUY BUEN RELATO
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